Sobre la piel de la tierra
Es un viernes muy nublado en Almagro
tengo cuarenta y tres años
dejo que Lola exista por la casa
mientras abro la ventana de mi balcón francés
y quedo en cuclillas
con un tramontina
clavo rápido en la maceta del lazo de amor
quiero revivirlo
quito las hojas secas
no soy delicado
necesito llegar al fin de la tarea
que las raíces reciban el agua
lo único que tengo para ofrecer.
Lola asoma su hocico a lo cotidiano
observa mi pose
sabe que pasa algo que nunca vio
me veo desde afuera
abstraído
como parte de esta humedad invisible
que contamina
mientras hago pequeños cortes
sobre la piel de la tierra
en esa maceta que contiene a la planta
-quiero salvarte- le digo.
Hoy corrí diez kilómetros
fui al supermercado
limpié la bacha de la cocina
escuché jazz
mi vida es tan simple
como el dolor que la circunda.
No tengo más expectativas
frente a mi ventana cuelgan dos palomas en un cable
pienso en lo delicado que es vivir
más tarde iré al cine
tomaré café
buscaré refugio en aquel mantra que repito
tatuado en las líneas de mis manos
que no se acabe el cielo de vuelta
que la noche no llegue tan pronto.
Sueño
Mamá era joven
atendía en la librería de nuevo
la veía envuelta en luz detrás del mostrador
los cachetes rosados, la piel sin marcas
yo venía del futuro
con la alegría de saber
que quedaban tantos años por delante
ella no se sorprendía de verme mayor
casi de su edad
al contrario
me reconocía enseguida
y nos dábamos un abrazo
-Mamá, en el futuro vamos a ser felices- le decía
sus pupilas se agrandaban sin llorar
una plenitud fuera del tiempo nos hacía universales
mientras la librería se desvanecía detrás de nosotros
y le contaba que en 2024 iba a seguir haciendo
el budín de queso que tanto nos gustaba.